FINAL

Ya hace una semana que terminamos el camino, al final han sido 773 km, 62 horas y 29 minutos encima de la bicicleta en 12 días.

Ha habido momentos para todo, de disfrutar, de emociones, de cansancio, de agobio; pero es que han sido muchas horas.

Lo mejor de todo, el camino en sí, el espíritu que se vive en él, las miles de historias que llevan los miles de peregrinos que lo realizan, todas validas y respetables; las diferentes nacionalidades de todos los peregrinos, venidos de todo el mundo y que hacen grande el camino, todos con un mismo objetivo, llegar a la plaza del Obradoiro, un lugar con una magia especial, que sólo se puede captar realizando el camino u observando las caras y los gestos de los peregrinos que van llegando al son del sonido de la gaita; los paisajes, variables, desde las zonas boscosas de Navarra y Galicia, a los trigales de la zona de Castilla; los momentos de reflexión y los de conversación; las paradas para probar la gran variedad gastronómica que nos ofrece España; los monumentos; los pueblos y las ciudades; el silencio y los sonidos del camino;...

Lo peor las noches sin dormir por los nervios o por las respiraciones fuertes de otros peregrinos; los dolores musculares y de gluteos que hemos tenido por el esfuerzo, pero que hacen más grande nuestra aventura; la añoranza a nuestra familia, sobre todo a nuestros hijos, que nos hacen valorar lo que tenemos y lo afortunados que somos y empequeñecen nuestros problemas frente a otros con menos suerte.

Agradecer a nuestra familia el esfuerzo realizado porque sin ellos no hubieramos podido hacer el camino, a nuestros amigos que nos han seguido a través del teléfono, internet o simplemente acordándose de nosotros, nosotros también nos hemos acordado de ellos; a todos los hostaleros de los albergues por ser tan simpáticos  y amables y a todos los demás peregrinos y bicigrinos por intentar siempre dar ánimo con esa frase tan repetida: ¡BUEN CAMINO! ¡ULTREIA!